Historias tristes

A la historia triste que no pudo volar:

Puede que hayamos llegado tarde y ya no quede sitio para nosotras, que durante tanto tiempo hayamos intentado volar que ya ni siquiera nos mantenemos a flote.
Pero hay que ser fuerte. Vamos a necesitar esa fortaleza porque la vida no va a tener ninguna consideración con nosotras, nos va a herir, arañar y apuñalar todas las veces necesarias para que nos caigamos y nos rindamos. No deberíamos dejar que eso pase... Pero nunca se vuelve más fácil. Somos historias tristes. Esperamos y esperamos... Pero es como esperar a Godot.
Nunca llegará algo que nos salve. Es probable que la historia se nos haya ido de las manos, que este no sea un mundo para los románticos y que los secretos sean capaces de consumir a las personas.
Estamos a medio camino entre una historia triste y una de terror. Quizá una mezcla de ambas. Vivimos con lágrimas en los ojos y con un monstruo debajo de la cama que sale cuando quiere y nos asusta y nos hace olvidar quienes somos. Un monstruo cobarde, que desaparece como las ratas cuando se acerca la tormenta. Solo puedo pensar en qué demonios nos ha convertido: una historia triste con un principio que se difumina en el tiempo y un final que no conseguimos vislumbrar a través de la bruma.
Y ahora nos falta confianza y ganas de vivir al límite. Somos unas conformistas, no sabemos dar un paso más ni avanzar por el puente cubierto de niebla. Deberíamos ser valientes y caminar aunque no veamos, pero somos unas cobardes sin remedio.

Ojalá hubieras conseguido volar.

Firmado,


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